sábado, 25 de enero de 2020

LA TUMBA DE DONALD RIGG


RESPUESTA 60 AÑOS DESPUÉS.

Todos los 1ro de noviembre en Talca, mis padres me llevaban al cementerio de la ciudad para visitar las tumbas de personas que no conocí. Eran las tumbas de mis abuelos maternos, de quienes solo supe algunas de sus historias.

Mi abuela se murió al poco tiempo después de tener su última hija que se llamaba Adriana Morales; ella, terminó sus días como creyente en Echaurren 80.

Mis padres, aprovechaban el momento para visitar otra tumba, cuyo nicho estaba en la altura y algo alcanzaba a leer su apellido que decía: 
Ronald Rigg.

PREGUNTA:
Mamá ¿Y quién era ese caballero?
Nunca lo conociste hijo. Esa fue su lacónica respuesta.


MATRIMONIO DE MI HERMANA MAYOR
Cuando se casó mi hermana mayor y se fue a vivir a Gualleco. En aquel poblado conocí a otro tipo de personas distintas a las de Talca y Santiago, cuyas características eran muy especiales:


  • Eran todos trabajadores innatos
  • Se movilizaban de cualquier forma menos en auto propio
  • Cada cual tenía una función que le servía al resto, por ejemplo: Un señor, que se llamaba Luis, hacía funcionar un grupo electrógeno para que el pueblo tuviese luz entre las 20:00 y las 01:00 horas todos los días.
  • Don Roque era un señor de ojos azules que tenía un tranque, al cual iba siempre para dar agua al pueblo. El agua circulaba por una acequia y en cada casa había una noria. De esa manera cada familia en Gualleco tenía agua para sus necesidades.


MIS ANDANZAS EN BICICLETA
En una oportunidad tomé una de las bicicletas que había en la casa de don Roque Albornoz y me dediqué a recorrer la zona, circulando por los caminos principales del lugar.
Al volver por uno de ellos como si viniese de Talca, un señor me detiene y me comenta que mucho tiempo atrás venía en bicicleta un predicador que le hablaba a todos acerca del evangelio. Varias de las personas que escucharon cambiaron su comportamiento y como el caballero ya no vino más se formó en Gualleco un grupo de cristianos, que organizaron una asamblea que pareciera era pentecostal.

AÑOS DESPUÉS
Con el paso del tiempo, fallecieron muchas personas, entre ellos mis padres y mis hermanos mayores.

Un día ordenando mis libros encontré uno que me había regalado mi hermana mayor.
Se llama: Confiando en Dios.




Al hojearlo y leer alguna de sus partes me llamó la atención un señor que se llamaba Donald Rigg que pareciera vino a Chile a predicar el evangelio desde América del Norte.

Pude comprobar que era el mismo señor que viajaba en bicicleta de Talca a Gualleco para predicar el evangelio y además era el mismo que mis padres le llevaban flores al cementerio.

Después de 60 años pude conocer la respuesta respecto del caballero que estaba en la tumba en el lado oriente del camposanto, en un nicho que para llegar arriba había que hacerlo en escalera.

EL MATRIMONIO RIGG.
Para conocer detalles acerca de cómo empezó la obra misionera de Don Andrés Stenhouse y sus contactos con el matrimonio Rigg en Chile, lo invito a pinchar el siguiente enlace:



Cabe consignar que esto lo pude saber gracias a José Carrasco, quien, al venir a Chile desde Brasil por el fallecimiento de su madre, me contó de la existencia de este tesoro digital; es decir, la traducción del libro por parte de Paulina Avalos y su posterior subida a internet.

En la foto a la derecha y sentada, Paulina Avalos.

En el funeral de la mamá de los Carrasco, la Sra Laura Marfán, en la foto a la derecha David Carrasco Marfán, al centro Hilda Neira y su esposo.